Teorías arbóreas, para los que se agurren y para los que no.

12/12/10

Sociedad Atómica

Estimado chupicuaderno, probablemente debido a tu actual inexistencia material, hace mucho que no te cuento cosas de esta especie tan curiosa a la que me ha tocado pertenecer.
Hoy quería hablarte del complejo de tabla periódica que tenemos los seres humanos dependiendo de nuestra forma de sentirnos realizados.

Los hay con complejo de gas noble, que se completan a sí mismos y no necesitan enlaces de ningún tipo para ser felices. A veces pueden unirse entre ellos si se los somete a presiones extremas, pero no se sentirán a gusto hasta volver a moverse libres y en soledad. Son aquellos que reniegan del amor y dicen buscar algo más allá, aquellos filósofos o coleccionistas de ideas que no desean distracciones humanas para alcanzar algo que perdieron a cambio de nacer. Al igual que en la tabla periódica en la humanidad son una minoría.

Los que no tienen este complejo no pueden ser felices del todo por sí mismos, y buscan completarse con otros.
Siguiendo de cerca a los gases nobles vienen los no metales que aspiran poder llegar a ser como los gases nobles, aunque saben que para realizarse siempre necesitarán a otro átomo que los complete. Forman enlaces covalentes fuertes con otros no metales y aunque su ilusión es llegar al enlace eterno, muchas veces son obligados a separarse, bien por catalizadores externos, bien por ionizaciones internas. Tras un exceso de separaciones pueden llegar a sentirse hidrógeno, ese pequeño ingenuo que no pertenece a ninguna familia, al que todos despojan de sus electrones y acaban expulsando vilmente de todos sus enlaces. Entonces se plantean que tal vez sea más útil ser un gas noble y no compartir electrones con nadie... y de pronto aparece un no metal especial, con el que querrán compartir electrones el resto de su vida (porque, al contrario que los átomos, nuestras vidas no son eternas). Descubrimos entonces que el hidrógeno es sólo una forma de sentirse, el Romanticismo elevado al mayor exponente, el ideal de soledad infeliz que todos alcanzan alguna vez en la vida, pero en la que nadie que no quiera permanecerá para siempre.

Muchas veces un no metal se cansará de sentirse hidrógeno y pasará a ser semi-metal en un desesperado intento de sentirse como los metales, los cuales tampoco son capaces de completarse a sí mismos. No obstante, para ellos un único enlace no es suficiente. Necesitan sentirse rodeados de muchos otros como ellos. Forman inmensas redes metálicas en las que los electrones vuelan de una punta a la otra sin importarles los celos e impotencias que suelen afectar a los no metales.

Por supuesto, metales y no metales pueden unirse en enlaces iónicos que, aunque sean fácilmente disueltos en agua, pueden durar toda su existencia sin quebrantar ninguna ley física.

No sé si la tuya funciona de forma parecida, pero hay cosas que me apasionan de mi especie.

Y luego está en enlace dativo... Aún lo estoy investigando, pero creo que, de momento, es mi favorito.

1/6/10

Cuerdas, redes.

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El universo está hecho de cuerdas. Cuerdas que son la vida de los equilibristas que caminan sobre cada una de ellas.

Hay equilibristas expertos que caminan por su cuerda sin dificultad alguna, aunque a veces hay elementos externos (viento, aves, o desequilibrados que se les vienen encima) que los hacen desestabilizarse.

No obstante, muchos equilibristas (la mayoría) no son tan expertos. Éstos tropiezan constantemente, ya sea con sus pies, con otras cuerdas, con pájaros, o incluso con su propia cuerda.
Unos pocos se desesperan y deciden no hacer más equilibrios, se tiran de la cuerda, y nadie vuelve a saber más de ellos. 

A otros les dan ataques de pánico y se agarran a la cuerda, y hace falta un buen empujón para que se vuelvan a poner en marcha. 

El resto (que no son pocos) de los que tropiezan constantemente son los que insisten en mantener el equilibrio sobre una cuerda que no hace más que sacudirse y retorcerse bajo sus pies para que caigan. 

Algunas veces caen; pero, para su sorpresa, no caen al vacío. Caen a una fuerte red cuyas cuerdas son las vidas de sus nudos, y cuyos nudos no son otros que todos aquellos dispuestos a sujetarte cuando tropiezas. Son todos aquellos que no permitirán que caigas al vacío. 
Después de todo, eres un nudo más, un nudo que sujeta al igual que es sujetado. 
Un nudo que, sobre todas las cosas, confía en su Red.
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5/4/10

Las piedras no caminan

Dicen que el Homo sapiens es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, y esto es tan cierto como que el agua moja. Te preguntarás por qué es el ser humano tan estúpido...
No se sabe muy bien por qué, el Homo sapiens tiene una pequeña obsesión con el cambio. Quiero decir, cree que absolutamente todo está "condenado" a no ser nunca igual. Por tanto, si esta piedra estaba hoy aquí, es posible que mañana ya no esté. Y no será hasta la tercera o cuarta vez que tropiece con ella, que el sujeto humano se dará cuenta de la verdad, escriba una teoría, e incluso puede que gane un Nobel por descubrir que esa piedra siempre estuvo, está y estará en el mismo lugar...

Pero no creas que esto se reduce únicamente a las piedras... El Homo sapiens es conocido en todo su planeta por su excelente habilidad para tropezar con absolutamente todo lo que encuentra no una, ni dos, sino mil veces. ¿Por qué? Por las mismas razones que con la piedra.
Si un día de lluvia sale sin paraguas y se moja, es probable que al día siguiente, aunque esté nublado, se le vuelva a olvidar porque "seguro que hoy no llueve, pues el cielo está sujeto al cambio".
Si de pronto un grupo de Homo sapiens da la voz de alarma, que estamos produciendo daños irreversibles en el planeta con X e Y... No esperes que alguien deje de utilizar X o Y, porque, total, "el mundo está sujeto al cambio".

No obstante, esta fantástica habilidad no se queda sólo en los fenómenos físicos y en las piedras, sino que se extiende a ese ámbito tan absurdo y que tantísimo afecta al Homo sapiens... Me refiero, evidentemente, a los sentimientos, esos seres incorpóreos que rigen la gran mayoría de nuestros actos. 
Si un sujeto humano se siente afrentado por otro y, al tomar venganza, descubre que no obtiene placer alguno de ella, sino incluso más dolor, lo más lógico sería que no volviese a vengarse. Pero, obviamente, pensará "esta vez me saldrá bien, pues el resultado está sujeto al cambio", y volverá a vengarse de sus agravios, y a descubrir nuevamente que en total recibe más mal que bien.
Y si entramos ya en el ámbito de Amor, los ejemplos se elevan a infinito. Porque es éste el más cruel de los sentimientos, que no mira nunca en el bienestar de nadie. Es el sentimiento que ciega sin remedio al Homo sapiens, el que le hará tropezar incontables veces con la misma piedra, y aún seguir tropezando cuando sabe que la piedra no se moverá... Es este sentimiento el que obliga al ser humano a perdonar e ignorar, a creer desesperadamente que la próxima vez será diferente... ¿Por qué?
Porque el más cruel de los sentimientos va unido al más bondadoso... Esperanza, lo llaman. El que impide que un sujeto, y aun una población entera, se derrumbe ante las desgracias. El que, unido a Amor, empuja al Homo sapiens a seguir caminando, pase lo que pase, con los ojos vendados ante las mil piedras que sabe que están en el camino.
Porque "la próxima vez será diferente", esta especie nunca se dará cuenta de que todo es lo mismo siempre aunque cambien los colores, y que, por más que quiera, las piedras no caminan.

23/3/10

Un día, sin saber ni cómo ni por qué...

Siempre quisiste ser uno de ellos... un ser mágico, habitante de aquellos fantásticos bosques de árboles milenarios y seres que tan sólo eran visibles una vez en la vida...
Siempre deseaste moverte con esa agilidad por entre las raíces y las rocas, que se retorcían en intrincados senderos tan sólo los habitantes del lugar eran capaces de seguir...
 

Siempre lo quisiste. Y, sin embargo... un día, sin saber muy bien por qué, dejaste de creer. ¿Lo pensaste tú? ¿Te lo dijo alguien? ¿Lo leíste? ¿Lo viste? Probablemente ni siquiera recuerdas cómo fue, pero lo que sí que sabes es que un día dejó de parecerte posible. Viste su irrealidad y decidiste pensar otras cosas, cosas más reales. Tan reales como te las mostraban tus ojos, sin intentar ver más allá...
 

Dejaste de buscar duendes por entre las ramas de los robles. Ya no observabas con atención los movimientos de las flores en busca de señales de hadas... ya no volviste a intentar hablar con los animales, total no te iban a entender... Enterraste todo ese mundo mágico en lo más profundo de tu corazón. Nunca más te dejarías llevar por semejantes tonterías.
Al cabo de un tiempo en un bosque sólo eras capaz de distinguir un número de troncos musgosos, rocas que se interponían en tu camino, molestos insectos, flores que te producían alergia... habías olvidado los días en que todo aquello estuvo lleno de magia.
 

Sin saber muy bien ni cómo ni por qué, te habías transformado. Ya no eras más un niño. A partir de entonces serías otro adulto más, agobiado por un futuro indefinido. Sin tiempo para vivir. Sin tiempo para desenterrar aquella infancia lejana en la que los más diminutos e insignificantes detalles formaban un universo de fantasía e imaginación.
Sin saber muy bien ni cómo ni por qué, te habías convertido en ese ser que siempre detestaste y deseaste no entender nunca. Y tu deseo se cumplió: aún continúas sin entenderlo...
 

Si un día de estos, no importa si mañana o dentro de treinta años (hasta que uno muere nunca es demasiado tarde), dijeras “¡basta!” y mirases hacia atrás. Si descubrieses el momento en que decidiste que todo aquello era imposible... descubrirías también que nunca tuviste una sola prueba de que lo fuera... Tal vez pudieras replanteártelo todo. Revivir al hada que murió cuando dejaste de creer en ella... Murió porque tú la enterraste en el olvido, pero igual que uno mismo la entierra, uno mismo la puede desenterrar...
Cuando descubres esto te conviertes en ese ser mágico que siempre deseaste... descubres que en realidad lo has sido siempre, y nunca quisiste verlo...
 

Tal vez llegue el día en que te lo replantees... y entonces volverás a vivir la magia. Volverás a ver la belleza en las cosas, las cosas buenas que se esconden en las malas. Volverás a aquel mundo que dejaste abandonado tanto tiempo atrás... no te tiene ningún rencor, pues es tu verdadero mundo, donde deberías estar. Y no lo dejarás escapar otra vez más.

Es una lástima, sin embargo... saber que ese día nunca te llegará...

23/1/10

Un chupicuento

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Esto no lo he escrito yo, es un chupicuento que me ha enseñado CN... Y es demasiado chupi para ser un chupicuento (La parte en morado la ha escrito ella, basada en una paranoia nuestra) :



"Veraneaba una derivada enésima en un pequeño chalet situado en la recta del infinito del plano de Gauss, cuando conoció a un arcotangente simpatiquísimo y de espléndida representación gráfica, que además pertenecía a una de las mejores familias trigonométricas. Enseguida notaron que tenían propiedades comunes.
Un día, en casa de una parábola que había ido a pasar allí una temporada con sus ramas alejadas, se encontraron en un punto aislado de ambiente muy íntimo. Se dieron cuenta de que convergían hacia límites cuya diferencia era tan pequeña como se quisiera. Había nacido un romance.
Los números imaginarios de su subconsciente se elevaron a la raíz de -2 y se convirtieron en imaginarios al cuadrado. ¡De esta forma lo vieron todo real y triste, aunque en realidad era imaginariamente alegre!
Acaramelados en un entorno de radio épsilon, se dijeron mil teoremas de amor. Cuando el verano paso, y las parábolas habían vuelto al origen, la derivada y el arcotangente eran novios.
Entonces empezaron los largos paseos por las asíntotas siempre unidos por un punto común, los interminables desarrollos en serie bajo los conoides llorones del lago, las innumerables sesiones de proyección ortogonal. Hasta fueron al circo, donde vieron a una troupe de funciones logarítmicas dar saltos infinitos en sus discontinuidades. En fin, lo que eternamente hacían los novios.
Durante un baile organizado por unas cartesianas, primas del arcotangente, la pareja pudo tener el mismo radio de curvatura en varios puntos. Las series melódicas eran de ritmos uniformemente crecientes y la pareja giraba entrelazada alrededor de un mismo punto doble.
Del amor había nacido la pasión. Enamorados locamente, sus gráficas coincidían en más y más puntos. Con el beneficio de las ventas de unas fincas que tenia en el campo complejo, el arcotangente compro un recinto cerrado en el plano de Riemann.
En la decoración se gastó hasta el último infinitésimo. Adornó las paredes con unas tablas de potencias de "e" preciosas, puso varios cuartos de divisiones del término independiente que costaron una burrada. Empapeló las habitaciones con las gráficas de las funciones mas conocidas, y puso varios paraboloides de revolución chinos de los que surgían desarrollos tangenciales en flor. Y Bernoulli le presto su lemniscata para adornar su salón durante los primeros días.
Cuando todo estuvo preparado, el arcotangente se traslado al punto impropio y contemplo satisfecho su dominio de existencia. Varios días después fue en busca de la derivada de orden n y cuando llevaban un rato charlando de variables arbitrarias, le espeto, sin más:
- ¿Por qué no vamos a tomar unos neperianos a mi apartamento? De paso lo conocerás, ha quedado monísimo.
Ella, a la que le quedaba muy poco para anularse, tras una breve discusión del resultado, aceptó. El novio le enseñó su dominio y quedó integrada. Los neperianos y una música armónica simple, hicieron que entre sus puntos existiera una correspondencia unívoca. Unidos así, miraron al espacio euclídeo. Los astroides rutilaban en la bóveda de Viviany... ¡Eran felices!
- ¿No sientes calor? - dijo ella
- Yo si. ¿Y tú?
- Yo también.
- Ponte en forma canónica, estarás más cómoda.
Entonces él le fue quitando constantes. Después de artificiosas operaciones la puso en paramétricas racionales...
- ¿Que haces? Me da vergüenza... - dijo ella
- Te amo, ¡yo estoy inverso por ti...! ¡Déjame besarte la ordenada en el origen...! ¡No seas cruel...! ¡Ven...! Dividamos por un momento la nomenclatura ordinaria y tendamos juntos hacia el infinito...
Él la acarició sus máximos y sus mínimos y ella se sintió descomponer en fracciones simples. (Las siguientes operaciones quedan a la penetración del lector)
Al cabo de algún tiempo la derivada enésima perdió su periodicidad. Posteriores análisis algebraicos demostraron que su variable había quedado incrementada y su matriz era distinta de cero. Ella le confesó a él, saliéndole los colores:
- Voy a ser primitiva de otra función.
Él respondió: - Podríamos eliminar el parámetro elevando al cuadrado y restando.
- ¡Eso es que ya no me quieres!
- No seas irracional, claro que te quiero. Nuestras ecuaciones formarán una superficie cerrada, confía en mí.
La boda se preparó en un tiempo diferencial de t, para no dar que hablar en el círculo de los 9 puntos. Los padrinos fueron el padre de la novia, un polinomio lineal de exponente entero, y la madre del novio, una astroide de noble asíntota.
La novia lucía coordenadas cilíndricas de Satung y velo de puntos imaginarios. Ofició la ceremonia Cayley, auxiliado por Pascal y el nuncio S.S. monseñor Ricatti.
Hoy día el arcotangente tiene un buen puesto en una fábrica de series de Fourier, y ella cuida en casa de 5 lindos términos de menor grado, producto cartesiano de su amor."
 

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¿Y ésta quién es?

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Soy ese pequeño ser de la Tierra que apuntilla tus incorrecciones con incorrecciones aún mayores...

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