Teorías arbóreas, para los que se agurren y para los que no.

30/10/09

Hipérbola

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¿Qué sentirías si fueses una gráfica en forma de hipérbole? ¿No estarías tremendamente deprimido?
Yo sí... Imagínatelo:

Avanzar siembre hacia abajo (o hacia arriba) sin alcanzar nunca el punto 0... Parece imposible, es casi inalcanzable para nuestra mente...
Pero, si lo piensas, lo mismo pasa con la raíz principal, que siempre avanza hacia ese lago de felicidad que está ahí... Pero nunca llega. ¿O tal vez sí? ¿Lo sabe alguien?
Tal vez sí que llega algún día...
Tal vez la hipérbola alguna vez llegue a encontrarse con el 0... O no.

Tal vez todos nosotros somos pequeñas hipérbolas andantes, destinadas a nunca llegar a nuestra meta final...
Y por ello no nos damos cuenta de las maravillas que dejamos a nuestro paso.
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28/10/09

Clasificar

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¿Es necesario clasificarlo todo? Es más... ¿Es necesario tener que clasificar ALGO? ¿Por qué esa manía humana de clasificarlo todo? Las cosas son. Y por mucho que las clasifiquemos no dejarán de serlo... 

Si yo digo (por ejemplo) que mentir es "malo", el hecho de mentir en sí no va a dejar de significar mentir. ¿O acaso sí? Si ahora digo que mentir es "bueno", ¿se convierte de repente en algo "bueno"? Será algo bueno o malo según digamos nosotros. Es más, tal vez ni siquiera la palabra "mentir" signifique realmente el hecho de mentir... Tal vez ni siquiera exista ese término. ¿Qué es realmente mentir? ¿Decir algo que no es verdad? Y en ese caso... ¿Qué es verdad? ¿Quién decide lo que es cierto y lo que no? Si yo quiero, los midiclorianos existen, las mitocondrias planean su rebelión, el calentamiento global desaparecerá, y la roca que entorpece ahora mismo el avance de la raíz principal estallará en mil pedazos... ¿Quién puede negarme todo esto? ¡Nadie!

Así que ya sabes: Si los muertos sólo ven lo que quieren ver... 
Los vivos sólo viven lo que quieren vivir.
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18/10/09

COLORES


Este no es un capítulo chupicuadernícola. Pero es otra paranoia que desarrollé hace tiempo en forma de relato corto a mi modo autista... y tal, a ver si os gusta:



Colores. Siempre hay colores. Son tan bonitos...
No sé qué colores son. Ni siquiera sé si son realmente colores. Pero es lo único que hay. Se entremezclan. Se separan. Desaparecen. Aparecen otros nuevos.
La oigo venir. Son su pasos, inconfundiblemente suaves y firmes. Abre la puerta. Oigo como crujen las bisagras. Nunca me deja cerrarla del todo, dice que es peligroso. En casa, sólo tienen picaporte dos puertas: la de entrada y la otra puerta. No sé lo que hay detrás, siempre está cerrada con llave. Respiro su olor. Es fuerte, se ha echado su perfume. Me gusta cuando no se lo echa, resalta su personalidad. Aunque ella piensa lo contrario, y lo utiliza cada vez que vamos a salir. Por tanto, hoy saldremos...
Siento sus manos sobre las mías. Normalmente son un poco ásperas, pero hoy son suaves. Huelen a crema.
Los colores van mezclándose poco a poco, hasta que todo se llena de un solo color. No sé cómo se llama, pero es el color de su olor, de sus pasos, de su respiración... es el color de mamá.
-¿Celeste?
Su voz produce ondulaciones. Aparecen distintos tonos del mismo color, y forman caracolas. Recuerdo la primera vez que me enseñó una caracola. Estábamos en el mar. La arena me quemaba la piel, pero era tan fina que era agradable. Olía a sal, y se respiraba humedad. Podía oír el agua a unos pasos de mí, pero mamá dijo que era peligrosa. Recuerdo que me llevó hasta ella, hasta que sentí frío en mis pies, y empecé a reír. Entonces tenía cinco años. Mamá me cogió una mano y la introdujo en el agua, justo cuando una ola se acercaba y nos empapó a las dos. Corrimos de la mano por la playa, hasta que tropecé con algo y caímos al suelo. Ella nunca me suelta la mano cuando estamos fuera. Mamá recogió lo que me había hecho caer y me lo ofreció. “Esto es una caracola” dijo. Era muy suave, con curvas. Reconocí las curvas como las formas que describían los colores de su voz. Desde entonces sé que son caracolas.
Ahora esa caracola está en mi mesa. Me gusta cogerla de vez en cuando y pasear mis dedos por su superficie. Es hermosa. Mamá dice que algo es hermoso cuando te gusta y te hace sentir bien. Tocar la caracola me hace sentir bien, y me gusta.
-Celeste, ¿estás despierta?
Celeste. Ese es mi nombre. Mamá me lo puso porque es el color del cielo, y dice que es el color más bonito del mundo. Yo no sé si es celeste, pero sé que el color más bonito del mundo es el de mamá.
-Sí, estoy despierta -abro los ojos para demostrárselo-. ¿A dónde vamos hoy?
-Es una sorpresa. Venga, a desayunar.
Me gustan las sorpresas. Hacen que un cosquilleo me recorra de arriba a abajo. Luego siento como si algo me apretara la tripa con suavidad. Dice mamá que eso son nervios. A mí me gustan los nervios, y me hacen sentir bien. Es, por tanto, algo hermoso.
Mamá me abraza. Su olor me envuelve, y su color lo llena todo. Siento la necesidad de decírselo.
-Mamá, tu color es el más bonito del mundo.
No le gusta que se lo diga. Se siente incómoda, y me dice que no diga tonterías. Dice que no me invente cosas que no puedo ver...
Eso es lo que más me gustaría del mundo. Lo que más feliz me haría sentir. Seguro que ver es lo más hermoso que existe...
Lástima que eso, a mí, se me ha negado.

PS: El próximo será un capítulo de verdad, en serio.


10/10/09

Nunca Jamás

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¿De qué está hecho Nunca Jamás? ¡De números imaginarios!
Vale, al principio te parecerá una tonteriá como la copa de un pino (que es un árbol, y por tanto no puede ser tontería), pero si lo piensas llega a tener su lógica...

El mundo está hecho de números Reales. Reales son porque existen.
Los números imaginarios existen, pero sólo imaginariamente.
El mundo es real porque existe.
Si los números imaginarios existen pero no son reales, es porque hay una dimensión imaginaria que se cruza con el mundo real, y aparece presente en algún lugar del mismo.
Nunca Jamás existe, pero no es real, y ocupa un lugar en nuestra imaginación.
Nuestra imaginación tiene su propia dimensión, la cual ocupa un lugar en el mundo real.

Conclusión: Nunca Jamás = Imaginación = Números Imaginarios.
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9/10/09

Homo sapiens 1

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Se enamoró.
No, no lo hizo...
Pero quiso hacerlo. Para ello, le contó a todo el mundo que tal vez lo estuviese...
Se acabó enamorando de verdad.

Pasos a seguir cuando quieres hacer algo, pero no estás del todo seguro:
1) Coméntale a alguien lo que se te ha ocurrido, así por encima y ligeramente.
2) Coméntaselo a más gente, cada vez menos por encima y más detalladamente.
3) Déjate llevar por ese sentimiento de autoconvencimiento leve que te va envolviendo cuanto más detalladamente lo "comentas".
4) Créetelo definitivamente, ya no será comentar, sino informar.
5) La decisión está finalmente tomada.

Y esto ocurre prácticamente siempre. 

Curioso, el Homo sapiens...
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1/10/09

El Origen


El origen del chupicuaderno surgió de la primera teoría arbórea. Dicha teoría es la que dio comienzo a nuestra relación chupicuadernícola, la cual empezó así:


(15 de noviembre de 2008)


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Si te mando un ·, ¿me mandas un ·?
Y así soy feliz.
Quería empezar con un buen saludo... pero tú y yo aún no tenemos nada en común. [...].
Bueno, de hecho, sí que lo tenemos... Estamos relacionados en tu origen y en mi fin. ¿Que por qué? Verás... 


¿Sabes quién soy? ¿Sabes qué es mi vida? Te daré una pista:
Mi vida transcurre bajo tierra. Siempre avanza, nunca se detiene. Siempre hacia abajo, hacia el gran lago subterráneo que aún no sé dónde encontrará...

Efectivamente, mi vida es una raíz. Es una raíz que avanza inexorable en busca del agua de la felicidad, que se encuentra en los lugares más inesperados. Pero, ¿qué sería de esta raíz sin las raíces secundarias, que no crecen hacia abajo, sino hacia los lados? Sin ellas, esta raíz principal no sería más que un palo recto hundido en la tierra... Pero con ellas, tirando cada una hacia un lado, la raíz principal se retuerce en su indecisión, dejando así de ser un inútil palo, y convirtiéndose en la base de un lento crecimiento hacia el gran lago del placer, del descanso, de lo que quiera que esté buscando.

Son estas raíces secundarias las que sostienen a la raíz principal, las que absorben el agua de la felicidad de las pequeñas cosas. Esta agua se encuentra en la humedad que invade todos los subterráneos, tanto bajo un arrozal, como un desierto, o un bloque de hielo. Si una raíz crece en alguno de estos lugares, no dudes que bajo ellos hay humedad. Cada vez que esta humedad es absorbida, una gran sensación de bienestar invade a la construcción viviente de arriba a abajo, y la animan a continuar su gran búsqueda. 

Sin embargo, este avance por parte tanto de la raíz principal como de las raíces secundarias no es simple y sencillo. A menudo se encuentran grandes y densas rocas que representan un gran problema. Es entonces cuando se echa mano de las pequeñas raicillas (pelos absorbentes, que no se diga que mi educación primaria fue en vano). Estas “amigas” son las que se introducen por entre las más mínimas rendijas de la roca, resquebrajándola y rompiéndola, para dejar de nuevo el camino libre. Bajo estas rocas se acumula siempre un charquito de agua (cuyo tamaño suele ser directamente proporcional al de la roca), el cual produce un placer superior al producido por la simple humedad de la tierra. Es el placer de resolver un problema, el placer de contar con esas pequeñas raíces que siempre están ahí apoyando...

A pesar de todo, hay momentos en que ni siquiera estas raicillas son capaces de resquebrajar por completo una roca. Esta roca se encuentra prácticamente siempre en el camino de la raíz principal. Si esta raíz no es capaz de continuar con la marcha, ni el mayor de los océanos absorbidos por las secundarias podrá transmitirle nada que dure más de unos pocos minutos. Son estos los únicos momentos en los que la raíz mostrará desesperación en su insistente empuje, hasta que la roca obstaculizante estalle bajo tal presión. En este caso el agua también se habrá acumulado debajo, y hay muy poca felicidad comparable a la que esta agua produce.


No obstante, hay veces en que ni la presión de las raíces de mil baobabs podrían hacer estallar la roca. Entonces la gran raíz, abatida, aturdida y triste, no tendrá otro remedio que retroceder y buscar un camino que rodee el obstáculo. Hará falta más de una raíz secundaria absorbiendo humedad para sacarla de su aflicción tras estas derrotas. Pero al final, y como todo, se aliviará, y la gran raíz continuará su marcha imparable hacia el desconocido lago subterráneo.

Ahora bien... ¿Cuál es la función de una raíz por sí misma, sin algo a lo que transmitir la savia de la felicidad? Genau: no tiene absolutamente ninguna función.
Todo lo que hace una raíz se refleja en su producto. El producto de mi raíz aún no es más que un tronco enano con unas cuantas ramas. Aún verde y frágil. Sin embargo, este ser tan “amorfo” es el perfecto reflejo de la raíz que lo alimenta: El tronco tiende a crecer hacia arriba, siempre simétrico al crecimiento hacia abajo de la raíz (tomando como eje de simetría el suelo), retorciéndose donde lo hace ésta. Las ramas son otro tanto de las raíces secundarias... Siempre han dicho que “La cara es el reflejo del alma”, yo añado: “el árbol es el reflejo de la vida”.

Porque es árbol es el recuerdo. El árbol son los logros y decepciones. El árbol es el fiel retrato de un camino sin fin. El árbol es lo que se ve del esfuerzo y avance subterráneos.
Porque el árbol es lo que queda siempre. Porque, aún cuando el árbol ha sido olvidado, queda un residuo de ámbar que se resiste a desaparecer...
Por eso yo de mayor seré árbol, y cuando muera, seré ámbar...
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¿Y ésta quién es?

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Soy ese pequeño ser de la Tierra que apuntilla tus incorrecciones con incorrecciones aún mayores...

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