Teorías arbóreas, para los que se agurren y para los que no.

1/10/09

El Origen


El origen del chupicuaderno surgió de la primera teoría arbórea. Dicha teoría es la que dio comienzo a nuestra relación chupicuadernícola, la cual empezó así:


(15 de noviembre de 2008)


·
Si te mando un ·, ¿me mandas un ·?
Y así soy feliz.
Quería empezar con un buen saludo... pero tú y yo aún no tenemos nada en común. [...].
Bueno, de hecho, sí que lo tenemos... Estamos relacionados en tu origen y en mi fin. ¿Que por qué? Verás... 


¿Sabes quién soy? ¿Sabes qué es mi vida? Te daré una pista:
Mi vida transcurre bajo tierra. Siempre avanza, nunca se detiene. Siempre hacia abajo, hacia el gran lago subterráneo que aún no sé dónde encontrará...

Efectivamente, mi vida es una raíz. Es una raíz que avanza inexorable en busca del agua de la felicidad, que se encuentra en los lugares más inesperados. Pero, ¿qué sería de esta raíz sin las raíces secundarias, que no crecen hacia abajo, sino hacia los lados? Sin ellas, esta raíz principal no sería más que un palo recto hundido en la tierra... Pero con ellas, tirando cada una hacia un lado, la raíz principal se retuerce en su indecisión, dejando así de ser un inútil palo, y convirtiéndose en la base de un lento crecimiento hacia el gran lago del placer, del descanso, de lo que quiera que esté buscando.

Son estas raíces secundarias las que sostienen a la raíz principal, las que absorben el agua de la felicidad de las pequeñas cosas. Esta agua se encuentra en la humedad que invade todos los subterráneos, tanto bajo un arrozal, como un desierto, o un bloque de hielo. Si una raíz crece en alguno de estos lugares, no dudes que bajo ellos hay humedad. Cada vez que esta humedad es absorbida, una gran sensación de bienestar invade a la construcción viviente de arriba a abajo, y la animan a continuar su gran búsqueda. 

Sin embargo, este avance por parte tanto de la raíz principal como de las raíces secundarias no es simple y sencillo. A menudo se encuentran grandes y densas rocas que representan un gran problema. Es entonces cuando se echa mano de las pequeñas raicillas (pelos absorbentes, que no se diga que mi educación primaria fue en vano). Estas “amigas” son las que se introducen por entre las más mínimas rendijas de la roca, resquebrajándola y rompiéndola, para dejar de nuevo el camino libre. Bajo estas rocas se acumula siempre un charquito de agua (cuyo tamaño suele ser directamente proporcional al de la roca), el cual produce un placer superior al producido por la simple humedad de la tierra. Es el placer de resolver un problema, el placer de contar con esas pequeñas raíces que siempre están ahí apoyando...

A pesar de todo, hay momentos en que ni siquiera estas raicillas son capaces de resquebrajar por completo una roca. Esta roca se encuentra prácticamente siempre en el camino de la raíz principal. Si esta raíz no es capaz de continuar con la marcha, ni el mayor de los océanos absorbidos por las secundarias podrá transmitirle nada que dure más de unos pocos minutos. Son estos los únicos momentos en los que la raíz mostrará desesperación en su insistente empuje, hasta que la roca obstaculizante estalle bajo tal presión. En este caso el agua también se habrá acumulado debajo, y hay muy poca felicidad comparable a la que esta agua produce.


No obstante, hay veces en que ni la presión de las raíces de mil baobabs podrían hacer estallar la roca. Entonces la gran raíz, abatida, aturdida y triste, no tendrá otro remedio que retroceder y buscar un camino que rodee el obstáculo. Hará falta más de una raíz secundaria absorbiendo humedad para sacarla de su aflicción tras estas derrotas. Pero al final, y como todo, se aliviará, y la gran raíz continuará su marcha imparable hacia el desconocido lago subterráneo.

Ahora bien... ¿Cuál es la función de una raíz por sí misma, sin algo a lo que transmitir la savia de la felicidad? Genau: no tiene absolutamente ninguna función.
Todo lo que hace una raíz se refleja en su producto. El producto de mi raíz aún no es más que un tronco enano con unas cuantas ramas. Aún verde y frágil. Sin embargo, este ser tan “amorfo” es el perfecto reflejo de la raíz que lo alimenta: El tronco tiende a crecer hacia arriba, siempre simétrico al crecimiento hacia abajo de la raíz (tomando como eje de simetría el suelo), retorciéndose donde lo hace ésta. Las ramas son otro tanto de las raíces secundarias... Siempre han dicho que “La cara es el reflejo del alma”, yo añado: “el árbol es el reflejo de la vida”.

Porque es árbol es el recuerdo. El árbol son los logros y decepciones. El árbol es el fiel retrato de un camino sin fin. El árbol es lo que se ve del esfuerzo y avance subterráneos.
Porque el árbol es lo que queda siempre. Porque, aún cuando el árbol ha sido olvidado, queda un residuo de ámbar que se resiste a desaparecer...
Por eso yo de mayor seré árbol, y cuando muera, seré ámbar...
·









4 comentarios:

  1. Es la teoría más genial que he leído nunca.


    ·

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  2. No como David el Gnomo, que cuando muere se hace árbol.

    Interesante.

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  3. Me encanta, ya sabes que adoro a chupicuaderno :)
    Eso si, te adoro mas a ti n_n te quiero cosa

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  4. Isa....me encanta el chupicuadreno....(bueno me encanta esta entrada q es lo único q he leido) pero bueno por lo q te conozco se q habrá muxas mas cosa geniales :P

    Pero tampoco escribas muxo(piensa en los estudiantes de instituto q te odiarán cuando tengan q estudiar historia de la filosofía) jaja 4q no q es broma q es genial!!!

    Irene:D

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La Federación Internacional de Cactus Azules te agradece enormemente el tiempo que le dedicas con tus comentarios.

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